El movimiento titiritero genera una riqueza que requiere ser custodiada, catalogada, interpretada y exhibida para ilustrarnos sobre cómo la imaginación popular y erudita enfoca la realidad a los escenarios desde el punto de vista plástico. En Cataluña no existía esta posibilidad y gracias a Teia Moner ya su equipo, ahora se dispone de un espacio adecuado también para crear sinergias sociales, educativas, artísticas y patrimoniales.
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