Con motivo de nuestro décimo aniversario, que celebraremos el próximo 23 de octubre, hemos querido hablar con Ferran Mascarell, quién al frente de la Consellería de Cultura de la Generalitat de Catalunya, ideó y promovió la creación de la Fundación en el 2014. Mascarell fue, además, impulsor del Instituto de Cultura de Barcelona (ICUB), organización que presidió, y regidor de Cultura del Ayuntamiento de la capital catalana. En esta entrevista recuerda los orígenes de la Fundación y las personas que participaron en los inicios del proyecto, reivindica que “hay que multiplicar el conocimiento” entre el sector empresarial y el cultural y asegura que “un país culto es el mejor cimiento para un sector empresarial como el catalán, dinámico, competitivo e innovador”.
-¿Cómo surgió la idea de crear una fundación integrada por empresas que apoyaran a la cultura? ¿En qué contexto nació?
-La idea la había desplegado ya hacía unos años, cuando era regidor de Cultura en el Ayuntamiento de Barcelona, entre el 1999 y el 2006. Entonces impulsé con un grupo de empresarios de la ciudad la Fundación Barcelona Cultura. Todos los empresarios que participaron pusieron mucho interés y desde aquí aprovecho para agradecerlos.
Cuando en 2006 hice de consejero de Cultura con el presidente Maragall tenía la misma idea, pero aquella legislatura duró poco. Cuando el presidente Mas me propuso repetir como consejero de Cultura trasladé la idea a escala nacional.
Desde el primer momento tuve clara la importancia de impulsar la Fundació Cataluña Cultura. El sentido era el mismo de siempre: religar al máximo las empresas catalanas con el hecho cultural. Pensaba y pienso que un país culto es el mejor cimiento de país para un sector empresarial como el catalán, dinámico, competitivo e innovador.
Pensaba y pienso que un sector empresarial comprometido con la cultura es la mejor garantía de progreso cultural. Empresa y cultura son dos factores clave de un país como el nuestro, y su interacción es una garantía de progreso e innovación.
Tuve la ocasión de hablar con varios empresarios y la iniciativa salió adelante. La Consellería de Cultura puso un pequeño capital fundacional y también un local en la misma Rambla.
Bien es verdad que todo y la complejidad en la cual vivíamos, con crisis económica y recortes públicos, la predisposición de unos cuantos generosos empresarios lo hizo posible. La crisis económica del 2008 había hecho mucho daño y, por lo tanto, hay que agradecer todavía más el esfuerzo que pusieron los empresarios fundadores. No quiero ser injusto con nadie, y no quiero olvidar nombres. Tengo muy presente la predisposición de todo el mundo en las reuniones que configuraron los estatutos y los debate sobre los primeros objetivos. El empujón del amigo Enric Crous fue decisiva. También el buen trabajo de Gemma Sendra, la persona a quién encargamos la gestión.
-¿Cómo recuerda el día de la presentación pública de la Fundación, el 23 de octubre del 2014?
-Tengo muy presente la reunión fundacional al Palau Marc, en la Consellería de Cultura, con los empresarios fundadores, cuando se firmó el acuerdo de Constitución de la entidad. Lo recuerdo con emoción. Era un hito largamente deseado y por fin se concretaba. Además de Enric Crous, el cual fue nombrado presidente, estaban Xavier Gramona, gran defensor del proyecto que desgraciadamente nos dejó hace poco; también Josep Creuheras que venía por Planeta; Miquel Molins que representaba al Banco Sabadell… y hasta siete fundadores. Obviamente, estaba Gemma Sendra, que con su habitual constancia hizo mucho por el impulso inicial.
-¿Qué tenían en común las 8 empresas que quisieron sumarse a impulsar la Fundación?
-Compromiso con la cultura del país. Como consejero me refería a menudo a una idea que me parecía crucial: un país culturalmente fuerte era el mejor sustrato para un país empresarialmente innovador y fecundo. Lo creía entonces y lo creo ahora. Y, por lo tanto, creía que el sector empresarial tenía que ser culturalmente activo, predispuesto a contribuir en el fortalecimiento del capital cultural del país.
Las empresas que se sumaron, en realidad los empresarios que se sumaron, tenían esta convicción culturalista y se los tenemos que agradecer, a ellos y a todos quienes se fueron sumando hasta el día de hoy, su contribución. Creo que todos ellos tienen en común una idea capital: un país culto es el cimiento de un país innovador, emprendedor y próspero. Y los empresarios que creen hacen una doble contribución al país: impulsan la prosperidad económica y promueven la cultura. Merecen nuestro reconocimiento.
–¿Sigue la actualidad de la Fundación?
-Sí, está claro. Y me congratula su continuidad, el nivel de profesionalidad que ha conseguido y la materialización de sus objetivos.
-Una década más tarde, ¿cómo ve la evolución que ha tenido?
-Muy correcta y en mi opinión, muy positiva. Y deseo además que las leyes y la situación política del país le permita consolidar sus esfuerzos y el compromiso de muchos más empresarios.
-¿Qué aspecto le ha gritado más la atención de su desarrollo?
-Posiblemente, el hecho de cómo ha sabido mantener una línea muy coherente en cuanto al apoyo a los proyectos más nuevos.
– ¿Qué acciones cree que hay que hacer para acercar más el sector cultural y el empresarial en Cataluña?
-Esta pregunta requeriría una respuesta muy larga, pero simplificando diría lo siguiente: son sectores que en la realidad de un país interactúan más del que parece y a menudo no somos del todo conscientes. Hay que multiplicar el conocimiento, el que se pueden aportar el uno al otro. El sector empresarial puede enseñar a la cultura como gestionar buenas ideas con mejores resultados. El sector cultural puede mostrar al sector empresarial como llenar de valores positivos un entorno social y político como el nuestro.
Ambos sectores pueden reforzarse conviviendo en un marco de políticas fiscales de patrocinio y mecenazgo más decididas. ganarían todos.
-¿Qué beneficios destacaría que tienen para la sociedad las alianzas de la empresa y la cultura?
-El principal: hacer de Cataluña un sinónimo de país próspero y culto, innovador y creativo. Todo el resto va ligado: más rendimiento al compromiso social de las empresas, más solidez en las manifestaciones culturales. Por el conjunto de Cataluña, desde un punto de vista social, identificar y poner de relieve la mejor materia prima que el país es muy positivo en todos los aspectos. No siempre lo valoramos bastante, pero el talento de nuestra gente, de nuestros empresarios y de nuestros creadores artísticos, científicos o humanísticos. Sobre el talento y el esfuerzo de la gran mayoría de la gente funciona la sociedad catalana.
-En Cataluña y España la figura del mecenas no tiene el reconocimiento social que por ejemplo tiene en otros países como Francia. ¿Cuál cree que es la causa?
-Las causas son diversas y ya hace años que se dan. Recuerdo la primera vez que le planteé a un ministro del Gobierno de España la necesidad de una ley de mecenazgo. Era el ministro de cultura, Javier Solana. Yo era coordinador de Cultura del Ayuntamiento de Barcelona. En una reunión formal en el despacho del ministro en la plaza del Rey le comenté explícitamente la necesidad de una ley de mecenazgo. Era a finales del año 1988. Han pasado cuatro días y algo más. Su respuesta fue simpática: “Eso el España es imposible, como dice el ministro de Hacienda, el buen amigo Francisco Fernández Ordoñez, en España nadie paga impuestos, y con esa ley pagaría menos que nadie”.
Bien, han pasado ya casi cuatro décadas y los ministros estatales continúan pensando el mismo o muy similar. Si en la cúpula del estado se piensa así es muy difícil que la figura del mecenas tenga el reconocimiento que merece.
En todo caso, está claro que la compleja arquitectura institucional estatal no favorece poder desplegar leyes adecuadas en el momento adecuado.
-¿Cómo valora la reforma de la Ley de mecenazgo que se ha aprobado recientemente y en la cual ha tenido un papel clave la Fundación?
-Todo lo que sea avanzar me parece positivo. Pero sería fantástico para el sector cultural y empresarial catalán poder definirse como territorio avanzado en cuanto a la gestión de buenas prácticas de mecenazgo y patrocinio. Aun así, precisa de una institucionalización política que estamos lejos de tener.
–Díganos un deseo para los próximos diez años de la Fundación.
-Que se consolide como una entidad de referencia nacional e internacional para injertar los intereses culturales y empresariales de la sociedad catalana. Querría decir que los dos grandes cimientos del país, cultura y empresa van de la mano. Ganarían ambos sectores y, por lo tanto, el conjunto de la sociedad.
Imatgen: www.ferranmascarell.com