Si nos preguntamos qué es la cultura, aceptaríamos como válidas múltiples respuestas. Una de ellas podría ser que “la cultura es una palanca de primer nivel que sirve para generar valor a largo plazo en diferentes ámbitos de la sociedad. Sirve también para reforzar la cohesión social y configurar comunidades más libres e inclusivas, hecho que abre el telón a nuevas oportunidades y proyectos en un contexto de capitalismo humanista”. Esta es la definición que recogen las conclusiones del Informe “El valor de la cultura. El papel de las Artes Escénicas y la Música Clásica en la economía de impacto”, elaborado por la Escuela Superior de Música Reina Sofía y la consultora EY. Ayer, tuvimos la oportunidad de conocer las principales aportaciones de este estudio en un acto que celebramos en CASA SEAT y que puso el foco en cómo pueden las diferentes manifestaciones culturales formar parte de la “economía de impacto”, aquella que, más allá del rendimiento económico, busca contribuir a solucionar problemas sociales y medioambientales.
¿Qué destacaron las responsables del estudio?
Julia Sánchez, CEO de la Escuela Superior de Música Reina Sofía: “La cultura ayuda a mejorar la calidad de la educación, la integración, la calidad de vida y la felicidad personal”.
Cecília de la Hoz, socia de EY: “Estamos entrando en una fase de capitalismo humanista. Hoy en día, la educación y la sanidad son los dos focos principales de inversión de impacto, y la cultura tiene un potencial enorme para seguir esta misma tendencia”.
En la segunda parte del acto pudimos escuchar las opiniones de varios ponentes entorno a la cuestión del potencial de la cultura en la economía de impacto en un debate moderado por la directora gerente del Diari Ara, Georgina Ferri.
Las reflexiones de los ponentes
Valeri Viladrich, gerente de la Fundación Teatre Lliure: “La cantidad de público con riesgo de exclusión que el mundo cultural puede atraer ya es un éxito de impacto. Es un indicador que se puede medir”.
Sílvia Martí, vicepresidenta corporativa de Moventia: “Las empresas tenemos que creer en la aportación y en el patrocinio de la cultura. Nosotros lo llevamos al ADN. Tenemos que contribuir a ser ejemplo para que todas las empresas inviertan y apuesten por la cultura”.
Esther Sarsa, Sustainability Partner en Miura: “El sector cultural tiene que fijarse objetivos, qué impacto quiere conseguir. Tenemos que buscar conjuntamente cómo podemos medir el impacto de la cultura y demostrarlo con hechos”.
Alicia Rubí: Sustainability Strategy Partner en Attalea Partners: “Me gustaría que la cultura viera en el mundo empresarial no solo como un patrocinador sino como su socio. Los dos sectores tendrían que plantearse cómo pueden colaborar juntos para llegar a un objetivo común. Apoyando a la cultura, la empresa se apoya a ella misma. El sector del turismo, por ejemplo, enriquece su oferta incluyendo la cultura”.